jueves, febrero 01, 2018

Todo ocurre estando en casa sin salir

La exposición de Basquiat en la Barbican, que visitamos en Navidades en Londres
El otro día me llamó mi  amigo el Rapsoda (Rapsi), que a ver cómo estaba. Muy bien, cómo había de estar, por… Porque había leído  en el blogged que  no salía  de casa. Sí pero es una suerte, no tengo a donde ni a qué  ir. No hay absolutamente nada. Yo lo que quiero es viajar no  bajar a la  ciudad, mi hermano se pasa toda la mañana en el instituto, con alguno con el que me apetecería quedar no sale o no sé de sus ocupaciones. Tampoco la ciudad es Londres o Sevilla. Sigo sin verle la gracia. En realidad es mortalmente anodina y aburrida. Me dijo Fer de ir a andar a las Teresitas. Tú estás loco, cómo voy a ir, no tengo tiempo que perder.  Tampoco hay actos o eventos que me puedan interesar. Exactamente ninguno, desde hace ya muchos años. En Londres mis hijos hicieron una reservación  desde EE.UU. para ver a Basquiat, pero era Basquiat en la Barbican.


No he tenido en mi vida tantos proyectos como ahora. Verdaderamente estimulantes y variados. El foro internacional de Marruecos se ha adelantado a comienzos de abril, van dos grandes amigos míos de Las Palmas a Marruecos. Es muy posible que conozca El Aaiún, y merezco conocerlo.
Mi libro ya ha llegado maquetado para revisión. Siempre hace ilusión, porque ya se ve. Además circula, y también va a ser traducido al árabe y francés. Estoy en algo que me producirá una enorme satisfacción. Espero entrar en otra gran institución.  Si no se me veta, uno nunca sabe dónde están apostados sus enemigos de clase. Yo no sé nada de ellos, pero a mí me pueden leer.
Algo hemos hecho, me llega una propuesta desde Las Palmas. No se puede decir que me haya pasado la vida de chirigota como en Cádiz, de bares y divertimentos, que también y muchísimo. Siempre de servicio. Hace dos lunes en Los Reunidos al final me pusieron la canción de reaggeton sin avisar e inmediatamente vi a mis pies iniciarse en movimientos imprevistos que contagiaron a las piernas, de donde pasaron  al resto del cuerpo. Bueno, a mi edad hago eso y más cosas, liberado por completo de mi vida anterior, de aquella pesadilla infame.
Mi hermano también traspasó la frontera y cambió de país. Sin concierto previo nos encontramos allende la frontera, en tierra de promisión, en tiempos bíblicos, en tiempos primordiales. Él pasándolo en grande. Hoy sin ir más lejos nueva fiesta de los profesores, me manda documentos. Bueno, en realidad a todos, porque ahora va armado de guasap y ametralla. Necesitaba un  canal propio para su humorismo y creatividad.
Hay que estar receptivo a las donaciones de la vida, y a sus mutaciones, y agradecidos.
Hay otra ilusión, vivida como personal, es la casa que han comprado mis hijos en Washington, recién mudados. Obras y pintores salvadoreños. ¡Cuánto habría conversado con ellos, les hubiera invitado a unas cervezas, muy gustoso, hermanos! La casa no está  ubicada en ningún  lugar dantesco. A 25 minutos caminando de la Casa Blanca. Tiene dos pisos y un sótano que da al jardín donde hay un apartamento con todo, por si te hostilizas con el resto. No sé si ahora puedo decir que tengo casa en Washington o casas. Me gusta un poquito más que esta ciudad de donde escribo, y su calle, su ambiente también otro poquito más. Es más distinguida.
Todo lo que me está pasando ocurre sin salir de casa, Rapsi.   


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