domingo, febrero 05, 2017

Camareros y guardacoches

Desde hace meses ir a Los Reunidos no es como antes. Ya no se puede aparcar por culpa de esas floraciones fantásticas de humor y  gracia desbordante  que constituyen las murgas de Santa Cruz de Tenerife, y copan la calle por  sus ensayos. No hay nada más dramático que los indispuestos ontológicamente a la mera posibilidad de humor traten de mostrarse graciosos. Ocurre además con la ingenuidad absoluta de quienes carecen de toda capacidad autocrítica y con la complicidad de un público igual de ausente de  gracia,  ingenio, chispa e imaginación que ellos. Se funden convenciones de supuesto humor absolutamente previsibles, chuscas, fórmulas de gracia, por ejemplo los tacos hacen reír mucho, los dichos, la repetición ad aeternum  de tonterías ya dichas, cuanto más repetidas, mejor.  Es curioso como  el antihumor sirve como fórmula de humor, para los más desprovistos.
Pasas al lado de ellos y exudan sosería, prosaísmo, aburrimiento, ni un solo rapto de humor o  dislate de espontaneidad, algún vuelo del ingenio. Les ves de cerca y piensas que si no fuera por el programa municipal nunca habrían hecho reír a nadie. Como la función humana de la risa existe, ha de operar y opera incluso en los más desgraciados e inmotivadamente, como guión o prescripción.
Cuando los payasos murgueros no habían colonizado la zona, aparcabas perfectamente y estaba Ahmed, de Sidi Ifni, pasado al Sáhara, fortachón y siempre riéndose. Si no había sitio le daba la llave y me aparcaba el coche y luego cuando se iba me traía la llave. Le invitaba a un vino. Era un muslim que no hacía ningún ascos al alcohol, parecía más bien un sacerdote  del dios Baco. Cuando la invasión de los payasos, desapareció. A veces tenía un ayudante muslim. Se alegraba de verme. Los dos gritábamos como posesos “Ait-bamran”, su tribu, que descubrí provocando su perplejidad. Fue reemplazado por otro, al que inmediatamente interrogué. De dónde eres. Boliviano. Por ahí te sitúo, pero de dónde exactly. De Santa Cruz de la Sierra. No fastidies, te voy a presentar un amigo que estuvo allí cometiendo toda suerte de desmanes sexuales y  de drogas, con cargo a la FAO, algo inexplicable. Ahora, por los payasos municipales del Carnaval, he de pasar de largo.
He descubierto un lugar por el museo científico donde vive mi hermano, para aparcar. Vi a un eslavo de guardacoches y le pregunté en alemán de donde era, polaco, y sabía alemán. Conocía al padre y al hijo, con pinta de no hacer ascos tampoco al alcoholismo. El hijo polaco está enrrollado con una colombiana que tiene un hijo abogado, o será un narco,  en Colombia. Debe ser el típico embarazo de  adolescencia. Pero estos también han desparecido, al parecer el hijo polaco y la colombiana han ido al sur donde dijeron tienen trabajo. Quien les ha reemplazado, un local, duda que sea cierto. Como departo con él, me cuenta que se gastaban todo el dinero en alcohol. A él que es mero sustituto le pedían algún euro para proveerse de una botella de vodka. Una vez  apostaron, como si él también fuera polaco, que quien tumbaba al otro succionando vozka, y me dice que le ganó. No me lo creo, los locales podríais ganar a cafés leche con leche pero no a alcohol. Me asegura que lo tumbó. Pues cual fue la fórmula, le pregunto, que lo bebía traguito a traguito, contesta. O sea que hiciste trampa. No. Él bebía tragos largos. Y dónde se ha metido el padre polaco. No sé.   
Lo he pensado, mi sociabilidad se expande, incluso toma única iniciativa con los camareros. Me llama la atención, nunca ha sido tan intensa ni focalizada como en los últimos años. No hago nada por conocer o hablar con alguien –la verdad es que he optado por el proceso inverso, con mucha justicia- salvo con los camareros, que actúo como si fueran tías buenas siendo joven. Las camareras de Los Reunidos, por cierto son muy admirables, modeladas y simpáticas.  Y suman otro gran atractivo, máximo, ser extranjeras. Pero es que con los tíos es igual y no me puedo contener. El encargado es muy leído y termina periodismo, de por sí cosas valiosas, pero que crece exponencialmente al ser limeño. 

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