viernes, enero 06, 2017

Reservación para el 13

Ayer bajé caminando, por el ferial se puso a llover. Con la ayuda de cuatro o cinco personas, que me iban indicando lo que o hacía mal o no hacía logre hacer el tramo más corto del tranvía. Desembarqué para el Atlántico, había quedado con mi hermano, el segundo expulsado de ese pequeño grupúsculo de discriminación.
Fuera cuando ya habíamos trasegado bastante, MH y Arantza, bueno, pues otra ronda. Vale. Llega un momento en que digo, invito a comer en el Cambullonero. Todos los días pienso de cómo no era consciente de la profundísima hostilidad  que sentía por el mundo del derecho. No es describible en todos sus términos. Es mi satisfacción plena y asombro diario, como un shock postraumático.
 Pero me encuentro con uno de laboral, abogado que vino a mi presenta y cuando me  presentó a su acompañante les dije: intuyo que no es tu mujer, sino más bien novia o  amante o así. Él, que tiene mucho sentido del humor, que es con los que yo afectivamente enlazo, me responde, y ella también, pues sí, así es. Le digo entonces a ella: a que soy intuitivo, y se echa a reír.
Ayer se levanta para abrazarnos y me presenta a una rubia, le cojo del cuello a L y digo aquel caso que llevabas,  bla, bla… para disimular y  ya un poco lejos: L, no puedes ir tirándote a una generación de mujeres bien escogidas.  Él encantado. Algo le digo a la rubia  que le hago más gracia que a la morena o del pasado o la compatibilidad. En el Cambullonero le llaman a mi hermano el Químico. Le elijo un buen plato de carne con pajas y el empieza hacer chistes. XY  ha tenido que salir de trabajar y la llamamos, que está con Belén  y Javi  Coca, pero que viene.
Debatimos  si salir la noche de Reyes. Son las 6, yo si subo no bajo. Pido un gin tonic, y todos gintonic menos Tía  María. Al final  quedamos en el Piscolabis, el dueño Baskisch habla  en euskera con MH y A, y   siempre van a verle. Bebemos  y picamos allí.
De allí  para intentar alejarnos de las hordas, como dice MH, y coches en parkings  próximos, por unanimidad a los Reunidos.
Ya he hecho la reservación: una mesa en la terraza para las cervezas y otra  interior. Le explique  a Isa, que en principio  somos diez pero que  podemos ser menos  ya que vamos a estimular el boicot al  acto.  La  meta es que puedan ser  menos: esta vez van a tener que  pronunciarse. No valdrá   ahora decir  no tenía  elección: me invitaron,  porque esta vez sí van  a estar abiertas de par en par las puertas, sin el más mínimo problema.  No valen  secretismos, fuenteovejunas, discriminaciones,  ni  esquinazos, o simplemente me limité a ser cortés. Ahora  -sin el tronío del casino y esas cansinas y tremendas liturgias, al final todo es explicable y muy lógico, lo que dice mucho de contexto y  mundo- estará  igual de bien visto venir como no venir.    E  idénticas consecuencias, aquí es donde no hay opción
     


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