miércoles, agosto 17, 2016

El diario de un escritor comprometido.10: morcilla con pimientos

Despedida

Hay momentos  en los que la carne que queda en la nevera está caducada o ya no hay, un fácil recurso es acudir a la morcilla de Burgos envasada al vacío y mirar si tienes pimientos de piquillo. Una morcilla entera ahora, a esta edad mía,  llena, y si es con pimientos más.
Como cocino de manera muy mediocre y ahora con alguna pretensión de extender mi “carta” para satisfacción nuestra, daré cuenta de un plato que me gusta, mucho más cuando lo hacen que cuando lo hago yo. Veremos esas dos fórmulas: de pasivo y activo.
Cuando la  hace la gran instrumentista, y de mítica fama –ahora dice que le ha dejado de gustarle, lo que nos  puede perjudicar—se pone en un cazo de aceite y ajos partidos longitudinalmente  en dos. Se echan los pimientos de piquillo sin el agua, y a medida que se van haciendo, se va echando el  agua de  la lata, cuando se va haciendo más, agua, hasta que se ponen como de  una suavidad lechosa y aromática. En la sartén se fríe cortada la morcilla sin aceite, porque como decíamos  se  fríe con su  propia grasa. Se saca y se echan los  pimientos sobre la morcilla, cortadas en unos 8  ó 9 trozos.
Mi proceder presidido por mi  impaciencia y  tosquedad, abrevia el procedimiento. Me limito  a  pasar los pimientos  de  piquillo por muy poco aceite hasta que  adquiere unas vetas negruzcas –como los pimientos de  caserío que se  hacían sobre la  chapa-   y después las hecho  a la morcilla. Queda  también bien.  
Nuevamente  tuvimos celebración, con   Rosita  resultan  memorables. Mi hermano va perdiendo  chaquetas por ahí, le llevo contadas cuatro. Se van todos a Bilbao hoy, incluido mi hermano, que es mi informador diario de la  gente que  ve. Luego quedaré aislado.  Fer  me  dice de ir a caminar. Tengo muchas cosas que hacer,  básicamente corregir mi último libro sobre el Sáhara. Me he  entrampado con el  nacionalismo de los grandes teóricos, he ido más lejos  de lo que preciso.   El prólogo o el epílogo lo hará El Niño, ayer hablamos. Es la vuelta que no se había dado.





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