domingo, julio 24, 2016

El rigor del juego

Ni los mensajes más cortos soy capaz de entenderlos, los leo siempre como si quisiera no leerlos o me dieran miedo (anónimo o así, tampoco, como los  he recibido, me ponen), si tienen más de tres líneas el problema suele ser otro: la falta  de concentración. Por lo que siempre al cabo de horas o días vuelvo a los correos para ver que decían realmente que es cuando por fin me entero. Bueno alguna vez he conseguido descifrar a la tercera lectura, cuando me acordaba  haber recibido un email y haberlo  leído sin leerlo.
Hammond, acabo de releer el correo que me has mandado hace varias horas. En los últimos tiempos ha habido cosas que reconociendo que me molestaban poco o algo, les daba la repercusión de las muy molestas, y era consciente de ese giro subjetivo, será que prefiero las cuchilladas – sé más contenido, no te pongas tan  encomiable y de paso  lo  extiendas dando jabón por  darlo.  Te podía precisar algún punto, que también se me había pasado (encima contesto sin leer debidamente) pero no, sigue conforme al péndulo de  buenista a buenista. ¿Cómo podéis ser tantos?
A mí se me insulta, escupe o agrede pero que no me vengan con pautas edificantes o  bordados  de encomio, ni propios ni  exhortados. Están descalificadis en el emisor desde el instante de comienzo de la emisión. Como es imposible que algo pueda servir para algo, clamar en el desierto, qué mucho ojo con el buenismo, por toda la cursilería que le lastra, aunque igual lo pudiera hacer más susceptible de ser replanteado, por sonrojo,   y es mejor. El buenismo no es nada porque no vale nada, no te das cuenta que no tiene ninguna gracia salir a defender a la humanidad.  Qué buscas palmaditas en el cogote. Por favor, a mí no me tomes en serio, es muy molesto, no es mi punto. Estoy en la vida a mi estilo.
Otra cosa y aquí amplío el círculo. Yo no tengo disputas con los de dentro, tengo bastante con los de fuera. ¿Por qué ha de ser mejor no tener enemigos de clase?, que también lo dices. Tú te lo pierdes, esto  es en serio. Es más  saludable,  sí  hombre  sí, pruébalo.   Sigo: en la segunda quincena de agosto, mi hermano y yo a Bilbao, días antes de viajar a Málaga. Cerrado. Volveré a mi perfil bajo (¿seré capaz?), que no cunda el pánico. Cuando era jovencito  y estaba vendido a mi  cuadrilla, había  que jugar al mus  después de comer,  en  verano.  Y eran partidas y más partidas,  a mí me aburría el juego,  el plan, que fuera gente a  la que le gustara eso,  mis amigos me dejaban de gustar. Entonces   empezaba a meter órdagos, mientras los demás acumulaban  jugadas,  sacaban piedras y amarrecos, sopesaban  jugadas, intuían  cartas,  interpretaban  señas. Y como perder   era mucho más innovador que ganar,  pues mejor. Con el órdago ponías fin al juego. Siento  los efectos  colaterales, pero  el juego es  sagrado.
Hermano, este me ha salido más críptico que el anterior, hasta yo mismo  me doy  cuenta. Mañana me lo confirmas


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