viernes, junio 24, 2016

Milenarismo y el cambio

Durante mi semana matritense, compraba todos los días El País y ABC, que ya no se vende en Canarias y que lo comprábamos los fines de semana; nos gustaba leerlo con El País. Lo   echamos  en falta. Había que resarcirse pues. Llevo 3 días que por mis horarios totalmente liberalizados,  llego tarde a la gasolinera y ya solo  queda El Mundo, que no me gusta, aunque  tenga articulistas a los que  yo admire mucho: Arcadi Espada (supongo que será la mayor inteligencia de España con Boadella) y Santiago González.
Este excurso para hablar  de algo leído en papel, por lo  que hay relación: esa. Abro el otro día El País y leo, resaltado, que ahora el milenarismo es mayor que en la Edad Media. Este pensamiento es de esos que tienes y que apenas puedes compartir, si no es en la inmediatez, e incluyo a mi hermano. Es ininteligible para el 99%. Encontrar a alguien que no solo no piense  lo totalmente  opuesto a ti sino las ideas más íntimas,  genera  agradecimiento. El señor  que lo decía es Fernández- Armesto, hijo de él del mismo apellido  que firmaba  como Augusto Assía. Un  periodista que yo,  incapaz  de  distinguir  nada de joven en las  trincheras del bien y el mal, calificaba, con  la alegría  y ligereza propia de esos lugares, de facha. Este estupidez  juvenil  hay muchos  que  aún la mantienen. No debía ser tan  facha porque el hijo de Armesto del  que hablo es británico, ni  español pudiéndolo  ser. A los británicos les resulta casi biológicamente  imposible ser fachas.
Ayer creo, le decía a XY que  si el ser humano ha precisado del mito y la religión para sobrevivir,  fijando  los condicionantes del alma  humana,  no van a ser los más incultos, mediocres y figuras de marketing  político, los Zapateros de turno con su ignaro  optimismo antropológico, quienes puedan decir o  dar  nada por  superado por el ser   humano  o  de permanecer   preso de supersticiones. La pulsión,  la necesidad no ha variado, tan  solo el objeto revestido. Yo solo  veo  supersticiones  y religiones por todos lados. Escépticos, descreídos,  nihilistas positivos  en sentido  nieztscheano, relativistas,  realistas, mortales es lo que  yo no veo por ningún lado. Aunque habrá países  que los tengan.
El milenarismo es el nuevo orden, la nueva sociedad, el cambio radical, el empezar de cero, al tierra de promisión y redención, la yihad y Podemos (el socialismo  zapaterino, su mentor). Durante la Edad Medía constituyó  una plaga entre masas y campesinos  empobrecidos, siempre se anheló la ruptura radical con el orden terrenal: El cambio.
Me levanto y leo que ha triunfado el Brexit,  pero  no se abre la campiña soleada a los zorros  correteando amigos  entre vacas y caballos, sino a unos suburbios  de oficinas angostas, almacenes de papeles, nuevas cuestiones, indeterminación, una  selva intrincada de extrema complejidad. Armesto  también decía que detesta el pensamiento simplista,  que consiste en echar las culpas de las cosas a  otros, no se entra a considerar la posibilidad de algún análisis objetivo, previsión, cálculo, interés, racionalidad, la motivación electoral empieza y termina ahí.
Lo bueno es que lo escribes en tu columna y tienes la sensación de que  estás  experimentando lo  que ya  crees. Que nadie lo va a entender, a pesar de que te limites a enunciar verdades  muy asequibles.  Pero perseveraremos.


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