miércoles, febrero 04, 2015

Ha muerto Pedro Labaka Amenabar

Fuimos íntimos amigos, uña y carne en la adolescencia. Una llamada de MH desde Bilbao daba la triste noticia. He sentido  mucha pena, lo que me ha advertido del cariño que todavía le guardaba. Desde comienzos de la veintena ya apenas nos vimos. Pero al final de ella nos encontramos en el tren de Bilbao a Madrid. El navegaba e iba  coger el barco a Sorrento, desde Barajas, yo mi primer viaje a Canarias. Cenamos en Barajas pueblo con algún otro tripulante que iba con él. Me contó que había perdido el barco en Huelva y que lo tuvo que coger en Barcelona, donde se despertó en un banco al lado de uno que estaba muerto. Se podían contar muchas historias de Pedro, de él y alguno más como Luís T. o José Mari I. algunas increíbles, rompedoras, hiperdivertidas, de extrema osadía. En alguna alucinante participé, o más bien fui testigo. Años antes  cometimos algunas barbaridades. No sabíamos respetar casi nada. Lo cierto es que éramos muy provocadores, yo más avieso, cáustico, mala leche, él más extremo.

Lo que es evidente que en parte  de nuestras cuadrillas de verano e invierno, Pedro no caía bien a algunos. Se le tenía por alguien alocado e insensato. Ocurría que en aquel ambiente tan pazguato, cicatero, timorato, dominado por una presión social enorme y una grisura espeluznante, Pedro se lo saltaba todo, sin importarle “el qué dirán” (frase preferida de mi madre, por ejemplo), que era la gran coacción de todos.  La, en algunos, animadversión hacía Pedro provenía  de que les devolvía, refractada  por contraste, su imagen reprimida, frustrada,  conformista, insípida. Pero lo que nunca le perdonaron fue  su prestigio y fama de tío guapo, que lo hubieran sobrellevado si no le hubiera sacado partido, pero bien  que lo sacó. En realidad lo exprimió.  Nunca he conocido a nadie con tanto éxito con las mujeres. En realidad fue el contrapunto en todo a la grisura de una clase media rancia, retraída, incapaz de pisar un charco y romper un plato. El rompía vajillas con alegría, sin tener que dar cuenta a nadie de la vida intensa que buscaba para devorarla. Con una particularidad, que normalmente todo eran enormidades, saltos de muros, ser capaz de ir más allá.  Historias muy divertidas y muy locas. Estaba en otra onda, sin abandonar nunca el sexo, que era lo que más jodía a los de la eterna compostura. Tenía otro defecto para allí (país vasco), que no era de cuadrillas y disciplinas, sino de relaciones personales. No era de comparsas sino de cómplices.
Sin embargo en Pedro jamás hubo jactancia ni presunción ni envidia ni ningún encono –yo en cambio le rompí una pipa en la espalda un día que nos pegamos- era de una nobleza, afectividad, bondad natural, incluso inocencia muy fuera de lo común.
Dejó Náutica,  la mili en la Marina estuvo cuajada de más aventuras, pero la sobrevivió, siempre fue de amigos y muy leal a ellos. Su trayectoria no fue nada lineal ni regular. Mis padres  se lo encontraron hace décadas en un restaurante que llevaba él  bajo del Monte Gorbea. En los 90 se fue a vivir a Lanzarote, tuvo a su hijo y una vez me llamó. Regresó a Bilbao. En el 2003 apareció en el hotel donde presenté un libro, ya que lo había oído por la radio. Estaba igual que siempre. No creo que albergara jamás un mal sentimiento  hacía nadie. Venía con nosotros al caserío de Matxitxako durante los fines de semana de invierno durante años y mis padres siempre conservaron un enorme cariño hacía él, como MH. Un sobrino  de él es íntimo de mi sobrino. Y con su hermana y familia siempre hemos mantenido una relación muy afectiva

Ha muerto de cáncer, ha debido ser rápido. MH estuvo con él hace un año, que seguía muy guapo y muy cariñoso.  Sus cenizas irán a una playa de Sopela y a Lanzarote porque allí nació su hijo, a quien me gustaría conocer algún día. Ni una esquela de él, no debió querer nada, más motivo para recordarle. Mi mayor abrazo a los suyos.

1 comentario:

Skinner54 dijo...


Hola, Jose Mari:
Por casualidad leí ayer tu "esquela" sobre Pedro Labaka. Coincido casi en su totalidad sobre tus comentarios sobre el ambiente reinante en Mundaka en aquellos tiempos.
Le perdí la pista más o menos al mismo tiempo que tú. Y sólo recuerdo alguna de vuestras "hazañas", a las que no voy a juzgar.
Supongo que incluso serás abuelo o casi. Yo, aún no. Cualquier día me sorprenden y escalo en la clasificación. Ley de vida, supongo.
Recuerdos a Gladys .

Antón